Las frutas y verduras ya no tienen el mismo sabor que antes
Las frutas y verduras ya no tienen el mismo sabor que antes
Los alimentos que están en la naturaleza de forma libre por decirlo de alguna manera, están ahí desde el principio de los tiempos para alimentar a todas las formas de vida. No solo el ser humano conoce los sabores de frutas, verduras, semillas y raíces y sus propiedades alimenticias. Los animales, hasta los más pequeños insectos, se alimentan de esto mismo. Pero con una gran diferencia. El ser humano no toma estos alimentos naturales y los lleva directamente a su plato. Los cultivos controlados, los productos para evitar los daños en las platas, el tipo de recolección, limpieza, almacenamiento, comercialización hasta la misma forma de prepararlos, hace que los alimentos puedan cambiar su sabor. Pero esto, podríamos decir, siempre ha sido así para las generaciones más modernas, así que el sabor de la fresa o de la cebolla es el sabor que hemos conocido.
Sin embargo, no es necesariamente cierto. Esa misma tecnología que mejora los cultivos y hace que comamos alimentos más sanos también ha sido capaz de transformarlos en su misma esencia, razón por la cual las frutas y verduras ya no tienen el mismo sabor de antes.
Hay casos extremos como casos que se han dado hace pocos años, pero lo que sí es cierto es que el hombre, a través de la manipulación genética y la mezcla o hibridación de especies, ha sido capaz de transformar y hacer más provocativo el sabor original de los alimentos, así que las frutas y verduras ya no tienen el mismo sabor de antes, aunque tal vez no sepas decir cuáles.
Te explicamos. Algunos de los casos más extremos son los plátanos y las zanahorias, las cuales han cambiado su tamaño, color y forma. Los plátanos eran verdes, mucho más gruesos y con unas grandes semillas que no dejaban sentir su buen sabor. Pero hoy, gracias a la genética, nadie se pregunta por las semillas de estos.
Por su parte, las zanahorias tenían unas prominentes raíces y sus colores variaban entre el morado y el blanco. Pero fueron la química y la genética las que dieron paso a las anaranjadas zanahorias actuales.
Uno de los casos más recientes se trata de las coles de Bruselas, un alimento poco popular y donde las opiniones acerca de su delicia están divididas. A partir de los años 90, los científicos se dieron a la tarea de ubicar en las coles los compuestos característicos de su amargura con el fin de poder aislarlos y producir coles más dulces y así, más populares en el mercado.
Finalmente, tras años de investigación, lograron separar estos compuestos y mezclar las coles de Bruselas con especies similares como brócolis para dar con un mejor sabor.
Así pues, decir que las frutas y verduras ya no tienen el mismo sabor de antes no es una exageración y menos una mentira. Es una realidad científica que nos ha acompañado desde siempre y que con el paso del tiempo se hará más real.